Recuerdo desde muy pequeña, siempre sentir atracción por las áreas relacionadas al arte y al diseño. En enseñanza media, si había un ramo que disfrutaba mucho, además de Matemáticas, era Artes. Nunca fue tiempo perdido para mí hacer los trabajos de esta asignatura, por el contrario, ¡me encantaban!

A su vez, en casa con mi mamá aprendí a tejer y a coser, mis primeros tejidos fueron bufandas y con prendas “viejas” reutilizaba la tela y hacía ropa con la ayuda de mi mamá, no diré que era una gran confección, pero me sentía orgullosa de poder crear algo único y hecho con mis propias manos.

Luego ingresé a la Universidad, a estudiar Ingeniería Comercial, que si bien no tiene nada que ver con el diseño, siempre pensé que me ayudaría a poder armar mi propio negocio, inconscientemente, siempre supe sería en algo relacionado al arte o diseño, sólo que en ése entonces, no sabía en qué específicamente. Ya en esta etapa universitaria me alejé un poco de los tejidos y costureos y descubrí el mundo de la fotografía, como hobbie claro, pues jamás tomé un curso ni invertí en una cámara profesional.
En ése tiempo, mi sobrina venía en camino, y en lo que respecta a la organización del Baby Shower, fui asignada para hacer los recuerditos. Ahí, tuve la oportunidad de descubrir mucho mejor el mundo del diseño gráfico. Después de un año, para su cumpleaños tuve el mismo encargo, y así, para el segundo, el tercero y el cuarto.

En el camino me titulé y comencé mi vida laboral, al mismo tiempo que fueron apareciendo más Baby Shower (de mis sobrinos) donde yo me encargaba del diseño de la invitación y recuerdos, también el primer cumpleaños de mi hijo y del hijo de mi amiga. Sin embargo, el evento con que decidí que ésto era lo mío, fue con el matrimonio de mi hermana: hice toda la papelería para su celebración, desde la invitación hasta los nombres de los invitados en la mesa. Fue un trabajo muy al detalle, y… si existe alguien extremadamente perfeccionista, es ella, y creo que superé la prueba!